Cómo recordar, lo que estoy olvidando…

La memoria. Un grabador, selectivamente dedicado y perfecto, maravillosamente incorporado a nosotros.

El placer de poder recordar. El dolor de ir olvidando todo, de a poco, sin poder asir los recuerdos que se nos deslizan como si nunca los hubiésemos tenido.

La memoria, el Alzheimer. Apellido que no le hubiese puesto nunca a un descubrimiento que denota la muerte lenta de nuestra función social.

Podría ser el antónimo de lo que Borges nombraba con Funes el memorioso. Pero yo no le pondré el nombre.

El dolor de tentarse a decir lo que queríamos decir y se nos escapa. La esperanza de querer morder el recuerdo.

Existen muchos estadíos de la enfermedad, pero quiero hablar del momento en que uno se da cuenta que vive sólo el momento.

Existe esa frase trillada, que la plantean como filosofía de vida que dice “viví el presente como si fuera el último momento” o “no vivas en el pasado, viví el aquí y ahora”, etc. Creo que esta enfermedad te lleva a esa circunstancia en lo real, lo cruel, lo neurológicamente permitido. Y me lleva a reflexionar en ese momento en que la enfermedad no nos permite ser más hacia adelante. No podemos incorporar nuevos recuerdos, somos el presente y nuestro pasado lejano, somos lo que fuimos y no podremos ser nuevamente nada porque no podremos construir una nueva realidad. Realmente quedamos anclados al pasado que ya no queremos. Es un pasado estático, sin compromisos con lo que viene. No cambia. Es una historia ya contada y que volveremos a contar de igual forma, porque no puede modificarse más. Ante esas instancias somos el pasado que fuimos. Y eso debe de ser muy doloroso, si bien no es lo que primordialmente dicen o quejan los pacientes.

Podemos además hablar del afecto ligado a los recuerdos. Y en este tipo de patología el afecto se torna opaco, con tendencia a la apatía y con un fondo por lo general molesto, triste. Las características negativas de la personalidad se suelen acentuar bastante. Por lo que algunos familiares dicen jocosamente, «se volvió más hincha pelotas que de costumbre y encima no se acuerda o no se da cuenta».

Esta evolución del afecto cambia los parámetros con que el paciente mide el padecimiento. De alguna manera podría decirse que si no hay afecto, no hay tristeza, por lo tanto no habría sufrimiento. No está mal pensarlo de esta manera para aquellos que deben acompañar a las personas que presentan esta patología. Es algo muy difícil de discernir, de asimilar.

Existen varios tipos de dolores en los familiares. Este es uno de ellos. Y es así, con el tiempo suelen perder el afecto. ¿Pero mientras tanto qué?

Continuaré este escrito la próxima semana…

Dr. Nicolás Salgado. Médico Especialista en Psiquiatría. Argentino. http://www.ansiedadesclinicas.wordpress.com

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Acerca de Dr. Nicolás Salgado

Médico Especialista en Psiquiatría
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3 respuestas a Cómo recordar, lo que estoy olvidando…

  1. txarraitu dijo:

    Todo lo que ud. tan bien ha relatado, lo estoy sintiendo en este momento, y me ha hecho llorar estas ultimas semanas. Mi madre se va poco a poco.
    Hemos pasado por las fases mas amables, en las que los olvidos tenían menos importancia principalmente porque mi padre no se ha separado de ella desde su jubilación. Mi padre ha hecho «sin darse cuenta» las labores que mi madre había perdido (fechas importantes, citas médicas…). La pena empezó cuando los problemas empezaron a ser conductuales, primero no reconocer sus olvidos, echarnos en cara que pensáramos que estaba loca, enfados sin sentido sobre todo con mi padre, acusaciones de «ya habrás estado con otra»…no querer ir al médico.
    De un tiempo aquí está deprimida (ahora ya está medicada y mejora a «ojos vista») se da cuenta de la enfermedad, y creo que está en ese momento que ud. comenta:
    «Existen muchos estadíos de la enfermedad, pero quiero hablar del momento en que uno se da cuenta que vive sólo el momento». Me duele.

    Sin embargo, el afecto, demostrarle todo el cariño del mundo, decirle que le quiero, que es la mejor madre del mundo mundial, que está guapa, abrazarla…. nos hace sentirnos a las dos maravillosamente bien, lo sé porque sonríe, se rié, me abraza aún más fuerte, me dice:
    «Tu ami a cadiñosa no me vas a ganar» en clara alusión a Guille de Mafalda de cuando vivíamos en su casa.
    En lo que me ha contado mi padre, en la fase en que se liaba a discutir a mala cara con él, mi padre utilizó ya el sistema de abrazarla, acariciarla, y la hacía olvidar su enfado y acababan bailando…..
    Esos malos recuerdos del pasado o no, que salen a la superficie, inesperadamente y le enfadan se pueden cortar desviando su atención, no con palabras, sino con amor.
    Espero no haber sido plasta, pero ando buscando cuidar a mi madre y hacerla sentir bien.
    Gracias
    Voy a leer todo lo que ud. escriba.

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    • Sinceramente, me ha hecho emocionar. Esto del web, que tan lejos esté y esta sensación de habernos alcanzado en algo. Gracias por su aporte nuevamente. Compartir lo que se siente en estos momentos, en que este tipo de enfermedades tan difícilmente explicables nos ponen. Seguramente no habría mucho que decirle si su madre fuese paciente mía. Lo están haciendo bien creo. Una película que se me viene a la cabeza, argentina, “El hijo de la novia”. Con Ricardo Darín, Norma Aleandro y Hécto Alterio quizás ya la vio.
      Saludos y Muchas Gracias.

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