Esta situación la vivo parcialmente. No logro sustanciar, ni hacer eco de mi mismo.
La laguna de los lamentos se secó. No hay casino para lamentar pérdidas. Se ha fundido el banco pendenciero. Mis antorchas, sin alcohol para quemar.
Por momentos lúgubre. Penoso quizás.
Son momentos en que no me entero de nada, que supongo que el mundo pasa, pero sin mí.
Alcanzo a rozar un libro, es de Álvaro Quiñones. No lo he leído, pero no estoy seguro de que sea el que necesito en este instante. No sé a quién llamar. No puedo entender la guía telefónica.
Salgo de casa. ¿Hacia dónde? Es Domingo y el único que corre es el río.
Correr, voy a correr. Puede ser una forma de escaparme. Tengo miedo de no saber volver.
La tv encendida, no anclo en ningún canal. Son la 6 pm y mi vecino corta el pasto. Yo no tengo qué cortar y si lo tuviera dudaría en hacerlo.
Vuelta, vuelta, vuelta. Me enredo en mis pensamientos.
No paro de pensar.
Lo que hice en toda esta hora es sentarme en el sillón y permanecer quieto, quizás impávido.
Entra mi mujer y la abrazo. Despierto paulatinamente.
La Rumiación del pensamiento. ¿Qué significa?
Según la RAE la rumiación significa: 1. tr. Masticar por segunda vez, volviéndolo a la boca, el alimento que ya estuvo en el depósito que a este efecto tienen algunos animales. 2. tr. coloq. Considerar despacio y pensar con reflexión y madurez algo. 3. tr. coloq. Rezongar, refunfuñar.
Podríamos definirlo como en los libros. Consideración repetitiva e inevitable de determinadas preocupaciones, con niveles variables de angustia[i]. Pero además…
Se trata de la aparición intrusiva y gozosa de pensamientos que intentamos hilar de alguna manera indefinidamente. Es la intención de ponerle nombre a la angustia sin saberlo o escapar de ella de algún modo. Una manera de librar energía ansiosa a través del pensamiento. Es una demostración semiológica de la ansiedad. Es el no poder actuar y quedarse en los círculos concéntricos que genera la mente.
Comúnmente lo llamamos ansiedad. Un síntoma de ansiedad. Es darse máquina, manija. Algo que ver con la “preocupación”.
Supongo que la palabra viene de la forma masticatoria de los pensamientos, como gomoso, pegote, no se rompe ni se traga, no se escupen, están ahí masticándose. Y saltan de uno a otro, por momentos puede ser desesperante cuando es de alta intensidad y duración.
En general algo debe aparecer para rescatarnos de ese estado, también puede ser un pensamiento.
La intensidad puede ir de segundos, minutos, hasta horas en algunos casos donde el componente obsesivo es muy importante y puede tener una parte motora acompañante con inhibición de la movilidad voluntaria.
Freud ya ha hablado claramente del pensamiento obsesivo y lejos estoy de buscar la profundidad de ese autor en este escrito. La rumiación es claro, un mecanismo obsesivo. No quiero hablar de diagnósticos sino de este detalle semiológico.
Su contenido no tiene necesariamente que ver con lo que realmente genera la angustia. Podría una persona avezada y psicoanalizada darse cuenta que se encuentra dentro de un estado rumiante y descubrir o rozar el probable conflicto inconsciente que lo está generando. Pero no es sencillo alcanzar esa capacidad.
Por lo general es algo aprendido, que sucede frecuentemente y no trae demasiado conflicto. Pero cuando se torna molesto, insostenible, cuando aparece como una traba a la vida, y más aún cuando se acompaña de sintomatología anímica debe requerir atención.
Una buena psicoterapia ante los niveles bajos alcanza para satisfacer las necesidades y es el mejor camino para tomar en pos de canalizar la vida de los pensamientos. Pero cuando ello no alcance o los niveles sean elevados deberá requerir además de una ayuda farmacológica.
Quiero aclarar que no se medica el síntoma, sino que en esas condiciones nunca aparece desprendido de un correlato sintomatológico más complejo el cual nos presenta un cuadro clínico completo. Raro que aparezca como síntoma único a esos niveles. Pero sí es uno de los posibles motivos de consulta, ya tiene una alta propensión a manifestarse como malestar.
Dr. Nicolás Salgado. Médico Especialista en Psiquiatría. Argentino. http://www.ansiedadesclinicas.com
[i] Argente, Horacio A. Semiología Médica: Fisopatología, Semiotecnia y Propedéutica: Enseñanza basada en el paciente/ Horacio A. Argente y Marcelo E. Alvarez – 1ª ed. 3ª reimp. Buenos Aires. Médica Panamericana, 2008. Pág 1466, parte XV, Psicosemiología.
Increíble. El primer texto es literal. Lo leo y siento que podría ser perfectamente su autora. Nunca había leído nada sobre este tema pero me parece de agradecer que lo publique. Muchas gracias por la información y por el respeto con el que ha tocado el tema.
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